Mensaje a la nación

La Habana, 31 de diciembre de 2020

Cuba entró en el 2020 a una dimensión peligrosa en el tránsito a una nueva sociedad dentro de un viejo Estado. Pero la tensión entre ambos no se está resolviendo a través de la razón política sino mediante la razón de poder.

A la creatividad social como respuesta imaginativa de la ciudadanía a los desafíos simultáneos de la libertad y de la supervivencia, el gobierno ha respondido con la recuperación de fórmulas agotadas tras la apariencia de modernización económica e institucional.

Y el resultado no ha podido ser otro que el del caos controlado por la represión militarizada de la sociedad.

La Covid19 ha puesto de relieve dramáticamente la triple incapacidad del gobierno para adelantar una respuesta a la altura de su propia crisis, para satisfacer las necesidades de una población económicamente exhausta y para ofrecer un liderazgo a una sociedad cada vez más abierta y plural.

En un punto crucial confluye esta múltiple incapacidad: en el de un gobierno que actúa de espaldas y por encima de su propia institucionalidad. Una que si bien no responde a, ni refleja la auto democratización acelerada de la propia sociedad, sí expresa el débil amago político de acercarse a los nuevos tiempos.

Otro resultado de ello ha sido el de una sociedad que va por delante del Estado y del gobierno en todos los campos posibles de la reconstrucción económica, social, cultural y política. Para bien del país, la inteligencia social es mayor que la inteligencia del Estado.

Pero, para mal de Cuba, la reacción del poder, a falta del doble diseño de país y de nación que demandamos, ha sido la de la represión, la de continuar exportando la responsabilidad de la crisis, en una clara muestra de debilidad e inmadurez política, la de imaginar una recuperación económica a partir de factores que no controla y la de reflotar esquemas de control estatal frente a una economía global cada vez más ágil, que se afinca en la combinación virtuosa de información, tecnología, conocimiento, potenciación de las pequeñas y medianas empresas y productividad.

El tercer resultado es el de un país cada vez más pobre, cada vez más desigual y cada vez más dependiente.

Si la crisis económica mundial provocada por el Covid19se debe por la paralización sanitaria de la productividad global, la manifestación específica de esta crisis en Cuba ha puesto de relieve la naturaleza obsoleta del modelo en el que se nos encerró a todo un país hace 62 años. Y mientras la sociedad reacciona recuperando su propia voz, como bien hace el periodismo independiente; reactivando su creatividad imaginativa, como expresan el Movimiento San Isidro y los jóvenes artistas del 27N; reanimando su inventiva económica, tal y como se ve en el mal llamado cuenta propismo, y reconstruyendo su energía cívica a través del activismo ciudadano, la única salida del poder, junto a la represión, es la de delinear la construcción de un desesperado capitalismo de compinches detrás de la llamada Tarea Ordenamiento.

El siguiente resultado será la legitimación de la desigualdad real en nombre de la futura igualdad social.

Mujeres, trabajadores, comunidades de identidad como son las de la afrodescendencia, las religiosas o la LGBTI, los ancianos, los y las jóvenes, todos comienzan, como sectores, el descenso acelerado en la escala de de pauperación, a sufrir, como actores, la violencia de un gobierno que quiere acallar sus voces, y a ver reducidos, como ciudadanos, unos derechos reconocidos en la Constitución.

A la revolución de los humildes, por los humildes y para los humildes se le apaga ya el último eco de su retórica justiciera. Y ahora dice que nadie quedará desamparado de su propia miseria creada.

Para la MUAD es cada vez más evidente que la salida es un pacto político plural que propicie una transición de la ley a la ley.

“En la reciente Asamblea General realizada, ratificamos nuestro programa mínimo “Todos Cabemos”en el que definimos unos principios y una hoja de ruta para el cambio democrático. Un imperativo político que abraza dos conceptos: el diálogo y la reforma constitucional y legal desde la ciudadanía. La MUAD también propone “una economía del bienestar que garantice el acceso a la creación y disfrute democráticos de la riqueza para todos los ciudadanos sin distinción ni discriminación, inspirados por los principios de la economía social de mercado”. Esta sería la respuesta más efectiva a la pobreza que hoy embarga a la mayoría de los cubanos.

Hacia ella va dirigido el trabajo de la MUAD en el 2021. Apoyando todas las iniciativas pacíficas de la sociedad civil y trabajando con la comunidad democrática en todo el mundo en una coalición global frente a los autoritarismos y a favor del respeto a la dignidad de la persona humana y todos los derechos universalmente reconocidos, en la que todos y cada uno de los cubanos puedan vivir y realizarse en libertad, solidaridad, justicia social y predominio de la ley.

Después de un devastador 2020 la MUAD les desea a todos los cubanos y a todas las cubanas un próspero 2021.

Secretaría Ejecutiva.